Cuando los sistemas de escritura fueron inventados en las antiguas
civilizaciones, el hombre utilizó diversos soportes de escritura:
tablillas de arcilla, ostracon, placas de hueso o marfil, tablas de
madera, papiros, tablillas enceradas, planchas de plomo, pieles
curtidas, etc.
La escritura fue el resultado de un proceso lento de evolución con diversos pasos: imágenes que reproducían objetos cotidianos (
pictografía); representación mediante
símbolos (ideografía); y la reproducción de sílabas y letras.
Los más antiguos vestigios de escritura se encuentran, hacia finales del IV milenio a. C., en el
Antiguo Egipto, con
jeroglíficos, y la antigua
Mesopotamia, mediante
signos cuneiformes (escritura cuneiforme) La usaron los
sumerios,
acadios, asirios, hititas, persas, babilonios
etc. La escritura egipcia, que perduró más de tres milenios, mediante
jeroglíficos, representaba ideas abstractas, objetos, palabras, sílabas,
letras y números.
China
La
escritura china más antigua que se conoce son 50000 inscripciones sobre
conchas de tortuga que incorporan 4500 caracteres distintos, y data del
1400 a.C. en el yacimiento de Xiaotun, en la provincia de Henan. Pero
los primeros libros reconocibles de China corresponden al siglo VI a.C.,
los jiance o jiandu, rollos de finas tiras de bambú o madera
grabados con tinta indeleble y atados con cordel. Estos textos servían
principalmente a causas institucionales , era la obra de funcionarios
civiles o militares.
Desde Confucio
en adelante (551-479 a.C.) los libros se convirtieron en importantes
instrumentos de aprendizaje, se escribieron tratados de filosofía,
medicina, astronomía y cartografía.
En el período de los reinos combatientes (475-221 a.C.) La seda se
usó mucho como soporte para escribir.
La invención del papel según la tradición china, se atribuye a un
eunuco de la corte imperial llamado Cai Lin en el 105 d. C. Usando
nuevos ingredientes (trapos viejos, cáñamo, corteza de árbol y redes de
pescar) creó un método de fabricación de papel similar al que se usa
hoy en día. Pero el papel tardó cientos de años en reemplazar al bambú y
la seda, fue hasta finales del siglo II d.C. que la corte imperial lo
usó en cantidades importantes.
Esta innovación no se propagó fuera de China hasta el 610 d.C.
aproximadamente, y alcanzó Europa a través de España hasta el siglo XII.
A mediados del siglo VIII los chinos inventaron la impresión
xilográfica, o el grabado en madera, y la necesidad de reproducir un
gran número de textos e imágenes budistas, calendarios, manuales de
adivinación y diccionarios promovió una rápida y temprana propagación de
la xilografía.
Los impresores chinos crearon los tipos móviles hacia el siglo XI, el
escritor chino Ch'en Kua (1030-1095) narra la historia de esta
invención en su libro de cosas vistas y oídas (Mengshi Pitan), según el
escritor el herrero JenTsung de la dinastía de los Song del norte entre
1041-1049 logró crear caracteres móviles, para esto utilizó arcilla
endurecida al fuego sobre la cual había grabado unos caracteres móviles
que fijo sobre una plancha de hierro impregnada de resina de pino, cera y
cenizas.
Corea
La obra
xilográfica más antigua encontrada hasta nuestros días es el Dharani
Sutra de Corea, datado en el 751 a. C., aunque no se sabe quién fue el
inventor de la xilografía los chinos y coreanos fueron los que
impulsaron la impresión xilográfica, principalmente para editar textos
religiosos. Corea realizó muchos otros avances que
revolucionaron la manera de imprimir y en consecuencia el libro.
Entre 1234 y 1239 los coreanos que se habían refugiado en la isla de
Gwanghwa, debido a la invasión mongol, no disponían de madera dura fue
entonces que imprimieron 28 ejemplares de los 50 volúmenes del Go geum
sang jeong ye mun con caracteres móviles metálicos. La obra del año 1239
describe el método utilizado y termina diciendo: impreso para la
eternidad con caracteres de nueva fabricación.
Durante el reinado del tercer hijo de Taejong, Sejong aumentó el
número de centros dedicados a la enseñanza. En la capital existían
cuatro escuelas, un colegio para el pueblo y una escuela para la familia
real y sus parientes. El libro se convirtió en la herramienta
primordial de los esfuerzos de alfabetización que, incluso llegaron a
las provincias y pueblos lejanos. Los niños varones tenían que seguir
las clases que les inculcaban las nociones básicas como la escritura y
la lectura.
Durante la invasión japonesa (1592-1598) un general japonés
llevó caracteres móviles y libros a Japón, así Japón pudo desarrollar
su imprenta, en cambio, la imprenta coreana retrocedió a partir de ese
momento, se volvió a la madera para la fabricación de tipos móviles y
cada la producción de libros decayó.
Sin duda alguna la dinastía Joseon fue el gran periodo para los
libros coreanos, se sabe de 32 fundiciones de caracteres móviles
metálicos y más de 350 modelos diferentes. A pesar de las dificultades
Corea supo desarrollar e incluso exportar sus técnicas de imprenta.
Egipto
Egipto creó el papiro y lo exportó a todo el mediterráneo, se usaba
para plasmar textos en Egipto, Grecia y Roma. La fabricación del papiro
era complicada y dado que las láminas de papiro estaban hechas de dos
capas superpuestas, por cada cara discurría una veta distinta, de ahí
que se denomine recto donde el grano discurría de forma horizontal y
verso en donde el grano discurría en vertical, sin embargo solo se
escribía en la cara interna que era la más lisa. Las láminas se pegaban
para hacer un rollo.
Grecia
La escritura
alfabética hizo más accesible la lectura y la escritura. El alfabeto
griego se desarrolló en el siglo VI y V a. C., era puramente fonético a
diferencia de los ideogramas chinos, un erudito chino podía dedicar toda
su vida a dominar miles de caracteres, en comparación, el alfabeto
griego podía aprenderse en unos días. El uso de la escritura se
incrementó en Atenas hacia el siglo V a. C.
Roma
En la Roma
imperial los escritos podían encontrarse en todas partes. La
administración cotidiana produjo un flujo constante de documentos, la
alfabetización rudimentario era habitual, incluso en las clases bajas,
lo que provocó que en el siglo I d. C. hubiera un crecimiento del
público lector, ya no se escribía para un círculo de amigo íntimos, sino
para un público anónimo, pero la clase alta siguió conservando la
cultura literaria oral tradicional.